Ensayo
Presentación
De todos mis libros sobre filosofía y espiritualidad, este es sin duda el más accesible, pero sin duda también el más útil. Porque no busco transmitir conocimientos teóricos, sino conocimientos prácticos, los más esenciales: cómo llevar una vida buena y feliz, en armonía con uno mismo y con los demás. Lo que digo aquí con palabras sencillas y ejemplos concretos, como en una conversación con un amigo, es fruto de treinta años de investigación y experiencia. Mi testimonio personal poco importaría si no estuviera iluminado por el pensamiento de los filósofos y sabios de la humanidad que han marcado mi vida: Buda, Confucio, Sócrates, Aristóteles, Epicuro, Epicteto, Jesús, Montaigne, Spinoza, Schopenhauer, Levinas, entre otros. Existir es un hecho, vivir es un arte. Todo el camino de la vida consiste en pasar de la ignorancia al conocimiento, del miedo al amor. FL
Traducciones – otras ediciones
Alemania: DEUTSCHER TASCHENBUCH VERLAG
Brasil: EDITORIAL OBJETIVA
China: PHOENIX-HANZHANG PUBLISHING
Corea: CHANG HAE PUBLISHING CO.
Croacia: TIM Press doo
España: EDITORIAL KAIROS
Francia: AUDIOLIB
Francia: FRANCE LOISIRS
Francia: LES EDITIONS A VUE D'ŒIL
Italia: ARNOLDO MONDADORI EDITORE
Japón: KASHIWASHOBO PUBLISHING Co
Países Bajos: UITGEVERIJ TEN HAVE
Rumanía: Paralela 45
Turquía: APRIL PUBLISHING Ltd
Mesa
Prólogo
Capítulo 1. Decir “Sí” a la Vida
Capítulo 2. Confianza y Soltar
Capítulo 3. Asumir la Responsabilidad de Tu Vida
Capítulo 4. Hacer y No Hacer
Capítulo 5. Silencio y Meditación
Capítulo 6. Conocimiento y Discernimiento
Capítulo 7. Conócete a Ti
Capítulo 8. Adquirir Virtudes Capítulo
9. Volverse Libre
Capítulo 10. Amor Propio y Sanación Interior
Capítulo 11. La Regla de Oro Capítulo
12. Amor y Amistad Capítulo 13.
No Violencia y Perdón
Capítulo 14. Compartir
Capítulo 15. Apego y Desapego
Capítulo 16. La Adversidad es un Maestro Espiritual
Capítulo 17. “Aquí y Ahora”
Capítulo 18. Domando la Muerte
Capítulo 19. Humor
Capítulo 20. Belleza
Epílogo
Adenda: ¿Qué es una vida exitosa? Un diálogo inédito entre Sócrates y Jacques Séguéla.
Agradecimientos.
Prólogo
Existir es un hecho, vivir es un arte.
No elegimos vivir, pero debemos aprender a vivir como aprendemos a tocar el piano, a cocinar, a esculpir madera o piedra. Este es el papel de la educación. Sin embargo, cada vez se preocupa menos por transmitir una forma de ser, en favor de una forma de hacer. Su objetivo es capacitarnos más para afrontar los desafíos externos de la existencia que los internos: ¿cómo estar en paz con nosotros mismos y con los demás? ¿Cómo reaccionar ante el sufrimiento? ¿Cómo conocernos a nosotros mismos y resolver nuestras propias contradicciones? ¿Cómo alcanzar la verdadera libertad interior? ¿Cómo amar? ¿Cómo, en definitiva, alcanzar la felicidad verdadera y duradera, que sin duda tiene más que ver con la calidad de las relaciones con uno mismo y con los demás que con el éxito social y la adquisición de bienes materiales?
Durante milenios, la religión ha cumplido esta función de educar la vida interior. Es evidente que la cumple cada vez menos. No solo porque tiene, al menos en Europa, mucha menos influencia en las conciencias, sino también porque se ha vuelto rígida. Con mayor frecuencia ofrece dogmas y normas cuando las personas buscan sentido. Establece credos y reglas que solo se dirigen a una minoría de fieles y no renueva su perspectiva, su lenguaje ni sus métodos para conmover a nuestros contemporáneos, quienes, sin embargo, siguen cuestionando el enigma de su existencia y cómo llevar una vida plena. Atrapados entre una ideología consumista deshumanizante y una religión dogmática asfixiante, recurrimos a la filosofía y a las grandes corrientes de sabiduría de la humanidad. Porque los sabios del mundo —desde Confucio hasta Spinoza, pasando por Epicuro, Plotino y Montaigne— nos han legado claves para nutrir y desarrollar nuestra vida interior: aceptar la vida tal como es, conocernos y aprender a discernir, vivir en el "aquí y ahora", controlarnos, permanecer en silencio interior, saber elegir y perdonar. Estas claves de la sabiduría universal no han perdido nada de su relevancia. Todavía nos ayudan a vivir, porque si bien nuestro mundo ha cambiado mucho, el corazón del ser humano sigue siendo el mismo. Aunque tiene 2500 años, el diagnóstico de Buda sobre la felicidad o la infelicidad del hombre sigue vigente. La observación socrática de que la ignorancia es la fuente de todo mal sigue siendo perfectamente relevante hoy en día. Las enseñanzas de Aristóteles sobre la virtud y la amistad no han envejecido ni un día. Las máximas de Epicteto, Séneca o Marco Aurelio sobre el destino y el libre albedrío siguen diciéndoles algo.
En mi camino personal, mis lecturas me pusieron cara a cara con estos maestros de la sabiduría de la humanidad desde la adolescencia. Fueron ellos quienes me inculcaron el gusto por la belleza, la verdad y la bondad, para usar los grandes arquetipos de Platón. Mis estudios de filosofía me permitieron entonces profundizar en mis conocimientos, pero también enriquecí mi propio viaje interior con otras dos fuentes, de naturaleza muy distinta: la espiritualidad y la psicología profunda. Descubrí el budismo a los dieciséis años, y las enseñanzas de Buda me conmovieron de inmediato por su precisión y pragmatismo. Profundicé mi comprensión de ellos durante una larga estancia en la India a través de encuentros con lamas tibetanos, de quienes también aprendí los fundamentos de la meditación. A los diecinueve años, leer los Evangelios también fue una profunda conmoción. Mi descubrimiento de Cristo, no solo como un maestro del pasado, sino también como una persona viva con la que se puede conectar a través de la oración, ha marcado mi vida y me ha dado acceso a una comprensión del cristianismo muy diferente de los recuerdos del catecismo de mi infancia. El posterior descubrimiento del psicoanálisis freudiano y junguiano, así como de diversos métodos terapéuticos derivados del desarrollo personal (sofrología, Gestalt, Renacimiento, etc.), me ayudó a ser más consciente de mis defectos y a sanar ciertas heridas profundas que parasitaban mi vida y me hacían recaer en recurrentes escenarios neuróticos.
Este breve tratado es, por tanto, fruto de una reflexión personal desarrollada a partir de las corrientes filosóficas de Oriente y Occidente, la espiritualidad cristiana liberada de su matriz normativa y la psicología profunda. Mi única ambición es ofrecer lo que me ha ayudado a vivir y construirme. Para que este libro sea accesible al mayor número de personas posible, he optado por desarrollarlo en dos etapas. Nació como una enseñanza oral, y luego reelaboré el texto, que sin embargo conserva la huella de esta oralidad. Lo que transmito aquí es más bien una cuestión de experiencia: primero la de los sabios en quienes me inspiro y a quienes cito a menudo, y luego la mía, que, a pesar de muchas reservas, me fue difícil no exponer. Porque, ¿cómo puedo hablar de la vida interior sin hablar de uno mismo? Que quede claro, sin embargo, que no me considero en absoluto un modelo: conservo mis aspectos oscuros y no siempre logro poner en práctica las enseñanzas que aquí evoco. Lo cierto es que hoy me siento mucho más lúcido, sereno y, en definitiva, más feliz que antes. Que este pequeño libro ayude a otras almas en dolor y en busca de luz a comprender que el amor está cerca, que la libertad interior puede llegar, que la alegría está ahí. Sólo tienes que abrir los ojos de tu inteligencia y tu corazón para descubrirlos.


