De un mundo a otro
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“Estimado Señor Elefante,
Siento que nuestros destinos están entrelazados. Y, sin embargo, se te considera incompatible con la era actual.
Si el mundo ya no puede permitirse el lujo de esta belleza natural, pronto sucumbirá a su propia fealdad y será destruido por ella. Sin duda, tu desaparición significará el comienzo de un mundo hecho enteramente para el hombre. Pero déjame decirte esto, viejo amigo: en un mundo hecho enteramente para el hombre, bien podría no haber lugar para el hombre tampoco.
“Eres nuestra última inocencia.
Así pues, señor y querido elefante, nos encontramos, tú y yo, en el mismo barco, arrastrados hacia el olvido por el mismo viento del racionalismo absoluto. En una sociedad verdaderamente materialista y realista, los poetas, escritores, artistas, soñadores y elefantes no son más que molestias.
En marzo de 1968, Romain Gary escribió esta conmovedora Carta al Elefante, de la que citamos aquí algunos extractos. La situación no ha hecho más que empeorar desde entonces. Precisamente porque rechazamos esta inevitabilidad, decidimos escribir este libro con dos voces. Pretendemos estar entre esos "alborotadores" que denuncian un sistema desquiciado y la lógica que lo impulsa. Es extremadamente difícil lograr resultados en el marco del ejercicio del poder político, tan grande es la resistencia mental y económica. Para hacer posible la necesaria transición ecológica y solidaria, primero necesitamos una nueva perspectiva y una profunda transformación de mentalidades.
Más allá del sufrimiento que inflige, que veamos la crisis actual como una oportunidad para cambiar nuestra perspectiva del mundo y modificar nuestros comportamientos. Que dejemos de seguir como si nada hubiera pasado, en el mismo frenesí consumista y la destrucción de los ecosistemas del planeta. Que estemos unidos y solidarios en el próximo período de resiliencia para abordar las causas profundas de la crisis que vivimos. En tan solo unas semanas, esta crisis ha llevado a gobiernos de todo el mundo a tomar medidas que parecían inimaginables hasta entonces y que han hecho añicos los dogmas económicos que estos mismos gobiernos consideraban inviolables. El desafío ecológico nos exige pensar de forma diferente y revisar todos nuestros hábitos, certezas y estilos de vida, como lo han comprendido claramente las 150 personas elegidas por sorteo para la Convención Ciudadana por el Clima, y esto es una señal alentadora. Que juntos avancemos de un mundo a otro.
Esta pandemia al menos nos habrá recordado nuestra extrema fragilidad. Nos creíamos dueños y poseedores todopoderosos de la naturaleza, y la naturaleza nos recuerda, con un simple virus, nuestra impotencia e indefensión. Creíamos que la globalización del mundo, bajo la égida del liberalismo triunfante, era una fuerza, y vemos que nos hace extremadamente vulnerables. Esta pandemia probablemente sea solo el preludio de muchos otros desastres posibles si volvemos a esta misma lógica absurda de crecimiento infinito en un mundo finito, de saqueo y destrucción del planeta en detrimento de los equilibrios naturales, de competencia a escala global en detrimento de los equilibrios sociales.
Mientras sigamos pensando y actuando como antes, nada será posible y pasaremos de desastre ecológico en desastre ecológico, de tragedia sanitaria en tragedia sanitaria, y de crisis social en crisis social. Como muchos, aspiramos a un mundo diferente, más humano y más respetuoso con la naturaleza. Un mundo fundado no en la fuerza y la competencia, sino en la humildad y la colaboración. Un mundo más justo, más fraternal, más conectado con la Tierra. Un mundo donde las grandes alegrías sean más deseadas que los placeres fugaces. Un mundo donde las creencias religiosas y los orígenes culturales ya no sean barreras entre los individuos. Un mundo donde el dinero sea menos codiciado que la calidez de un abrazo o compartir una sonrisa. Un mundo donde los elefantes y los poetas aún tengan su lugar.
Este otro mundo no es una utopía. Pero solo puede surgir mediante una «revolución global de la conciencia humana», como escribió Václav Havel, que cambiará radicalmente nuestra forma de vida. Este es el tema de este libro, fruto de más de un año de trabajo. Comienza con la pregunta del progreso —¿qué constituye el verdadero progreso para los seres humanos?— y termina con la del sentido: ¿por qué vivir y en qué valores debemos basar nuestra existencia individual y colectiva? Entre este capítulo inaugural y el capítulo final, abordamos los grandes temas que condicionan nuestras vidas y dónde residen los bloqueos actuales, pero también las claves del cambio: placer y deseo, economía, política, interés individual y bien común, unidad y diversidad, lo real y lo virtual, ser y tener. Hemos combinado nuestras reflexiones, pero también nuestras experiencias, extraídas de tantos encuentros. Lejos de cualquier espíritu mágico o catastrófico, a lo largo de este libro proponemos principios y valores que delinean los contornos del mundo al que aspiramos, pero también propuestas realistas y concretas que nos permitan lograr este cambio necesario sin más demora.
