Francia es una nación resiliente

Le Monde – 10 de enero de 2015 –

Ante los actos de barbarie cometidos en París, el pueblo francés es capaz de encontrar, ante la adversidad, los medios para resurgir. Y para mostrar solidaridad. Ningún partido debe ser excluido, ni siquiera el Frente Nacional.

Sin duda, Francia acaba de experimentar uno de sus traumas más profundos desde la Segunda Guerra Mundial. Primero, con el asesinato de todo el equipo editorial de un periódico, se destruyó uno de nuestros valores más preciados: la libertad de expresión. Ante este horroroso acto, los franceses no respondieron con miedo, desaliento ni ira pasiva. Al contrario, están respondiendo con un inmenso clamor patriótico. Decenas de millones de nosotros guardamos un minuto de silencio el jueves 8 de enero. Las manifestaciones en apoyo a Charlie Hebdo se multiplican espontáneamente por las ciudades, y las redes sociales están inundadas de cadenas de solidaridad y llamamientos a la lucha contra el oscurantismo religioso. Este impulso trasciende todas las divisiones políticas y religiosas, algo que no ocurría desde hacía mucho tiempo. Así, por ejemplo, la principal organización musulmana y la más identitaria, la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF), que había interpuesto una demanda contra Charlie Hebdo tras la publicación de las caricaturas de Mahoma, condenó de inmediato la masacre con la mayor firmeza e instó a sus miembros a unirse a las marchas en apoyo del periódico y la libertad de expresión. Todos los partidos políticos se movilizaron al respecto, y es deplorable que el puñado de diputados que organizó la gran manifestación del domingo 11 de enero se negara a permitir la participación del Frente Nacional. Mis ideas son contrarias a las de este partido, pero me pregunto por qué, en un momento tan valioso de solidaridad y unidad nacional, quisieron romper este impulso excluyendo a uno de los principales partidos políticos franceses.

Lamentablemente, el terror continuó con el asesinato de una policía en Montrouge y el nuevo atentado mortal que acaba de perpetrarse contra la comunidad judía de Vincennes, que se ha convertido en un objetivo permanente de estos yihadistas. Algunos también optan por responder con violencia a estos actos terroristas, como lo demuestra la quema de mezquitas, creando una confusión injusta entre el islam y el fanatismo islamista. No hay guerra religiosa ni civilización. Hay un enfrentamiento entre quienes son civilizados, independientemente de su afiliación religiosa o étnica, e individuos o grupos que ya no lo son, y que a veces incluso han perdido todo sentido de humanidad.

Cuando una persona experimenta un fuerte impacto traumático, puede derrumbarse. También puede luchar y encontrar nuevas fuerzas en la dura prueba, lo que le ayudará no solo a recuperarse, sino también a crecer y superarse. A esto lo llamamos resiliencia. Podemos aplicar este concepto a las personas. Los franceses, que parecían tan deprimidos, resignados y más divididos que nunca, se movilizan, más allá de toda división política, social y religiosa, para rechazar la dictadura del terror y defender los valores fundamentales de nuestra República: la libertad de expresión y la aceptación de la diversidad de pensamiento y creencias. Aunque profundamente conmocionados por estos actos de barbarie, responden con el deseo de mostrar solidaridad y decir alto y claro "no" a toda forma de violencia mortal. Por lo tanto, los franceses han optado por la resiliencia.

Esta serie de traumáticos actos criminales que nos han conmocionado no puede ocultar la reacción positiva y constructiva de la gran mayoría de nuestros conciudadanos. Tras el dolor y la ira, queremos creer en nuestro destino común, reafirmar con fuerza el pensamiento humanista, proveniente de la Ilustración, que sustenta las leyes de la República y que trasciende nuestras fronteras. Las numerosas víctimas de esta serie de atentados no murieron en vano.