BRUSELAS (Bélgica): conferencia

«El deseo es la esencia del hombre», escribió Spinoza. Y el ser humano es probablemente el único ser vivo en el que el deseo posee un carácter infinito. Cuando se sitúa en el ámbito del ser (conocimiento, amor), su carácter infinito enriquece al ser humano y beneficia a todos los seres vivos.
Por otro lado, cuando se sitúa en el ámbito del tener, su carácter infinito conduce a la ideología del «siempre más», que genera una insatisfacción perpetua en los individuos y es la principal causa de la catástrofe ecológica.

¿Cómo podemos dirigir adecuadamente nuestros deseos de felicidad y armonizarlos con los de otros seres vivos?
¿Cómo podemos cultivar el impulso vital y creativo y evitar la trampa de la envidia o el deseo mimético?